A 36 años de la Convención de los Derechos del Niño, expertos señalan que el mayor desafío actual es garantizar los derechos de las infancias en un ecosistema digital cada vez más complejo. La abogada Viviana Cativelli advierte sobre la falta de herramientas jurídicas, la necesidad de transparencia algorítmica y la urgencia de construir comunidad entre Estado, familias, escuelas y sector privado para asegurar una verdadera ciudadanía digital.
Este 20 de noviembre se cumplen 36 años de la aprobación de la Convención Internacional de los Derechos del Niño, uno de los acuerdos más influyentes del siglo XX y el marco que transformó para siempre la manera en que el mundo concibe a las infancias.
Adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1989, la Convención impulsó un cambio de paradigma que dejó atrás la mirada tutelar y reconoció a niños, niñas y adolescentes como sujetos plenos de derechos, con capacidad de participación y voz propia.
La abogada y especialista en derechos de Niño, Niñas y Adolescentes (NNyA), Viviana Cativelli, sintetiza el impacto inicial de esa transformación: “Este cambio de paradigma impulsó muchos cambios, uno de ellos la creación de un Sistema de Protección Integral de NNyA descentralizado y con participación de toda la comunidad”.
En Córdoba, ese proceso se tradujo en la conformación de Áreas, Foros y Consejos Municipales y Provinciales, tres niveles de intervención que involucraron al Estado, las escuelas, el sistema de salud, organizaciones sociales y familias bajo el principio de corresponsabilidad.
“Durante ese tiempo, autoridades, jueces, operadores comunitarios, funcionarios, personal de salud, educadores y equipos técnicos nos capacitamos, gestionamos recursos para crear servicios especializados, ordenanzas, protocolos y abordajes destinados a promover, proteger y restaurar los derechos ante vulneraciones relativamente visibles”, recuerda Cativelli.
Un nuevo desafío: el impacto del ecosistema digital
A más de tres décadas, el escenario cambió radicalmente. Las infancias viven hoy atravesadas por entornos digitales diseñados a escalas globales y con tecnologías que superan ampliamente la capacidad de regulación de los Estados.
Cativelli advierte: “El ecosistema digital alteró esa base de certezas y nos enfrenta a un escenario donde no sabemos con precisión con qué reglas jugamos ni cómo resguardar a los NNyA. Estos entornos están diseñados por quienes se disputan la supremacía internacional de la IA, superando sideralmente las capacidades de las familias y de los propios Estados”.
La especialista subraya que el mundo online no reemplaza los problemas estructurales, sino que los complejiza: “Nos encuentra sin herramientas jurídicas suficientes ni efectivas, mientras nuestro mayor desafío es que los NNyA no vuelvan a ser tratados como objetos, en esta ocasión, de la economía de datos y algoritmos”.
Hacer comunidad para garantizar ciudadanía digital
Frente a este contexto, Cativelli señala que ningún actor puede dar respuesta en soledad: “La respuesta para garantizar una ciudadanía digital plena debería ser multidimensional como el problema mismo y urge hacer comunidad: Estado, sector privado, organismos internacionales, escuelas y familias”.
Entre las acciones necesarias, destaca:
- Adecuar la legislación y avanzar en cooperación internacional para lograr transparencia algorítmica y mecanismos de reparación accesibles.
- Capacitar a profesionales e invertir en salud y educación para abordar riesgos digitales.
- Promover el bienestar digital, la atención temprana y la prevención del consumo problemático.
- Exigir que las empresas tecnológicas evalúen el impacto en los derechos de NNyA, garanticen privacidad verificable, limiten el uso de datos y adopten normas estrictas y auditables.
El desafío, dice Cativelli, es enorme, pero ineludible: “Titánico desafío para el mundo adulto poner el Interés Superior de los NNyA en el centro, esta vez, del ciberespacio”.
A 36 años de la Convención, el compromiso sigue siendo el mismo: construir entornos —físicos y digitales— donde cada niño, niña y adolescente pueda crecer con derechos, cuidados y oportunidades.
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