En un ambiente distendido y rodeado de naturaleza, el Congreso de Crianza Respetuosa y Educación Emocional 2025 convocó en San Antonio de Arredondo a padres, madres, docentes y profesionales de la salud. Entre libros, charlas al aire libre y un clima de comunidad, voces como Enrique Orschanski y Lucas Malaisi ofrecieron claves para repensar la educación emocional y fortalecer los vínculos con las infancias.
Entre árboles, aire serrano y un clima de distensión, el Complejo Ecológico La Serena, en San Antonio de Arredondo, se convirtió el sábado pasado en el punto de encuentro para quienes buscan criar y educar desde la empatía.
Más de un centenar de personas, madres, padres, docentes, psicólogos y cuidadores, participaron del VI Congreso Internacional de Crianza Respetuosa y Educación Emocional, una cita que ya es referente en Córdoba para quienes promueven una infancia respetada y vínculos saludables.
El ambiente fue tan significativo como los contenidos: stands de libros y productos para niños y niñas, mesas al aire libre para compartir el almuerzo y un clima de comunidad marcaron la jornada.

Durante los intervalos, los asistentes se mezclaban entre risas y charlas informales, buscando recomendaciones de lectura o intercambiando experiencias de crianza. “Queríamos que fuera un congreso, sí, pero también una celebración del encuentro”, dijo Daniela Ramos, una de las organizadoras, a Crecer Hoy.
Cambiar la mirada, volver a las raíces
Ramos y Flavia Nieto, autoras del libro Educar desde la conexión, criar desde la raíz, abrieron el congreso con una invitación a revisar viejas prácticas y atreverse a cambiar.
“No se trata de ser autoritarios ni permisivos: se trata de poner el foco en las raíces, en las necesidades y creencias que sostienen los vínculos”, explicó Nieto.
Ramos, emocionada, recordó su propio recorrido: “Ser mamá fue un cachetazo de autoconocimiento. Entendí que, para acompañar a mi hija, primero debía conocerme mejor. Queremos transmitir esa conciencia: criar mejor empieza por mirarnos hacia adentro”.

Tecnología, soledad y el rol de los adultos
Uno de los momentos más esperados fue la disertación del pediatra y escritor Enrique Orschanski, quien abordó los desafíos de la crianza en tiempos digitales con su charla “Me quedé sin batería y conocí a mis padres, parecen buena gente”.
Con su humor característico y un enfoque despojado de dramatismo, Orschanski sostuvo: “El único riesgo verdadero de la tecnología es la soledad. Si combatimos la soledad, no hay que temer al cristal líquido. Hay que acompañar, fijar contenidos, pero sin demonizar las pantallas. Y preguntarnos también si no somos los adultos los que dependemos más de ellas”.
En diálogo con Crecer Hoy, el pediatra invitó a diferenciar etapas: “Hasta los 5 años, las ganas de jugar le ganan a la pantalla. Después de los 5, hay que interponerse, no con castigos sino con diálogo y supervisión. Y en la adolescencia, acompañar, ofrecer alternativas y recordar que lo importante es que tengan vida social, deporte, aire libre”.
Voces internacionales y neurociencias
Desde Colombia, la psicóloga infantil Carolina Molina compartió estrategias prácticas para aplicar la educación emocional y las neurociencias en el aula y en la familia. “La teoría es fundamental, pero los padres y docentes necesitan herramientas para llevar al hogar y al aula”, señaló. Su intervención, repleta de ejemplos concretos, cerró entre aplausos.
El cierre estuvo a cargo del psicólogo Lucas Malaisi, referente latinoamericano en educación emocional y autor de varios libros sobre el tema. Malaisi destacó que la “coherencia emocional” —concepto que desarrolla en su obra— es el camino para “volver a quienes somos”, y remarcó la importancia de que la educación emocional forme parte de las políticas públicas.
Un congreso que siembra comunidad
El broche de oro fue la participación virtual de la terapeuta española Yvonne Laborda Sans, creadora del concepto de Crianza Consciente®. Con su charla “Dar voz al niño”, invitó a los adultos a repensar sus propias historias para no repetir patrones dañinos: “Podemos transformar el mundo en una generación si cambiamos nuestra manera de criar”, afirmó.
La jornada cerró con el sol de la tarde iluminando el predio, mientras los asistentes compartían la merienda entre libros y sonrisas. Más allá de las conferencias, el congreso reafirmó la importancia de construir redes: un recordatorio de que criar y educar no es una tarea individual, sino un compromiso colectivo. Ramos lo resumió así: “Queremos que cada persona que estuvo aquí vuelva a su casa con algo más que conceptos: que se lleve la certeza de que criar con respeto y educar con emoción es posible, y que no estamos solos en ese camino”.