La importancia del sueño en los niños va mucho más allá del descanso: favorece la concentración, el aprendizaje y la salud emocional. Especialistas de la SAP, la OPS y el Ministerio de Salud explican cuántas horas necesitan dormir los chicos y cómo crear rutinas que mejoren su bienestar.
Dormir bien no solo recarga energía. En la infancia, el sueño es una herramienta clave para aprender, recordar, crecer y regular las emociones. Sin embargo, según especialistas, cada vez más niños y adolescentes duermen menos horas de las recomendadas, lo que afecta su rendimiento escolar, su estado de ánimo y hasta su desarrollo físico.
“La falta de sueño puede alterar la concentración, la memoria y la capacidad para resolver problemas, además de generar irritabilidad o ansiedad”, advierte la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) en su guía sobre hábitos saludables.
El sueño como parte del aprendizaje
Mientras los chicos duermen, el cerebro no descansa del todo: consolida lo aprendido durante el día, reorganiza la información y fortalece las conexiones neuronales.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) explica que el descanso adecuado “ayuda a consolidar la memoria, regular el metabolismo y mantener una buena salud mental”.
En los niños y niñas en edad escolar, el sueño influye directamente en la atención y la conducta. Dormir menos de lo necesario puede generar dificultades para concentrarse, bajo rendimiento académico, desmotivación y mayor irritabilidad.
“Un chico que duerme bien está más predispuesto a aprender, jugar, disfrutar y adaptarse mejor a las rutinas”, señala la SAP, que considera el sueño una necesidad biológica “tan importante como alimentarse o hacer actividad física”.
Cuántas horas necesitan según la edad
El Ministerio de Salud de la Nación y la OPS recomiendan los siguientes rangos de sueño diario:
- Bebés (1 a 2 años): entre 11 y 14 horas (incluidas siestas).
- Niños de 3 a 5 años: entre 10 y 13 horas.
- Niños de 6 a 12 años: entre 9 y 12 horas.
- Adolescentes (13 a 17 años): entre 8 y 10 horas.
Dormir menos que estos valores puede generar efectos acumulativos en el rendimiento y la salud. “La falta de sueño puede afectar el crecimiento, el metabolismo y la regulación de las emociones, especialmente durante la adolescencia”, advierte la OPS.
Rutinas que ayudan a dormir mejor
Crear hábitos regulares de descanso es una forma de cuidar la salud física y emocional de los chicos. La Sociedad Argentina de Pediatría y el Ministerio de Salud recomiendan:
- Mantener horarios regulares: acostarse y levantarse siempre a la misma hora, incluso los fines de semana.
- Reducir pantallas antes de dormir: la luz azul de celulares, tablets o televisores altera la producción de melatonina, la hormona del sueño.
- Crear un ambiente tranquilo: evitar luces intensas, ruidos fuertes y comidas abundantes antes de dormir.
- Bajar el ritmo: incluir una rutina relajante (lectura, baño tibio, música suave).
- Aprovechar la luz natural: la exposición al sol durante el día regula el reloj biológico.
Dormir bien para vivir mejor
Dormir bien es mucho más que descansar: es parte del desarrollo integral. Ayuda a procesar lo aprendido, a mantener el equilibrio emocional y a cuidar la salud física.
- “Dormir lo suficiente es uno de los pilares de una vida saludable, junto con una buena alimentación y actividad física regular”, concluye la SAP. Y en la infancia, dormir bien también educa: enseña al cuerpo y al cerebro que el bienestar empieza por respetar sus propios ritmos.
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