Cuando una pareja con hijos se separa, además de afrontar un proceso de duelo emocional, se reconfigura la vida familiar y con ello aparece una nueva necesidad de redistribuir los gatos.
Para ello, es crucial determinar la cuota alimentaria, que cubre las necesidades básicas de los hijos, como alimentación, vivienda, salud, y educación.
Para calcularla, se deben considerar factores como los ingresos de ambos progenitores, los gastos de los hijos, y el régimen de cuidado.
Abogados y abogadas especialistas en el fuero de Familia advierten que con el asesoramiento adecuado y con la voluntad de ambas partes enfocada en el bienestar de los hijos e hijas, se puede resolver sin conflictos.
En un primer momento deben conciliar tres aspectos: primero cómo será la división de bienes de la pareja, también cómo se conformará la cuota alimentaria de los hijos y cómo se organizará el cuidado de los hijos e hijas.
Lo más urgente de resolver en una separación de pareja con hijos, es la cuota alimentaria y el régimen de cuidado o también llamado “plan comunicacional” o “plan de parentalidad” (es decir cuánto tiempo pasará con cada uno y qué tareas asumirá cada uno).
Cada familia y cada pareja tendrá sus particularidades y los acuerdos no iguales en ningún caso. Sin embargo hay factores en común que ayudan a calcular ese monto para que no sea una eterna discusión.
Especialistas advierten que el aporte de cada progenitor debe ser proporcional a la capacidad económica de cada progenitor y el tiempo que dedican a los hijos. Es recomendable que estos acuerdos sean homologados por la justicia para garantizar el cumplimiento y adaptarse a cambios futuros.
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Factores clave para calcular la cuota alimentaria:
- Gastos de los hijos: Se deben contabilizar todos los gastos necesarios para cubrir la salud (obra social o tratamientos regulares), educación (colegios, actividades extraescolares), vivienda (impuestos, servicios, Netflix), alimentación de los niños (incluye comida, bebida, higiene) y esparcimiento. Se hace un cálculo general de cada uno de estos gastos y se llega a un monto total. En principio se divide 50% a cubrir por cada progenitor, porcentaje que luego se regulará de acuerdo a la capacidad económica de cada uno (cuánto gana) y al tiempo de cuidado (quien cuida más debería aportar menos).
- Capacidad económica: Cada progenitor debe aportar según su capacidad de pago, y si uno tiene ingresos significativamente mayores, su contribución será mayor.
- Régimen de cuidado: Si uno de los progenitores dedica más tiempo al cuidado de los hijos, ese esfuerzo será valorado como parte de su aporte a la cuota alimentaria. Se calculará de acuerdo a los días y tareas de cuidado que realice cada uno.
- Actualización de la cuota: Para evitar complicaciones con la inflación o cambios económicos, en muchos países se usa un sistema vinculado al salario mínimo o índices similares que permiten ajustes automáticos.
Con todos estos items se irá regulando ese 50% inicial para llegar a un acuerdo lo más justo posible para ambos progenitores. Luego deberá acordarse la modalidad del pago de la cuota (si se hace un depósito en cuenta bancaria o se acuerda el pago de gastos concretos como la cuota escolar, obra social, etcétera.
También se recomienda dejar asentado cómo se irá actualizando a lo largo del tiempo, sobre todo en países con inflación.
A medida que los hijos crezcan las necesidad y gastos variarán (no es lo mismo acordar gastos para un bebé que para un adolescente). Por ello el acuerdo puede ser revisado con el paso del tiempo y se puede homologar en la justicia nuevamente, para que el compromiso quede claro para ambas partes.
Profesionales de la abogacía y psicología remarcan que en estos acuerdos no hay que olvidar que el foco siempre es el bienestar de los niños y no un motivo de puja entre ambas partes.
Por su parte, la falta de trabajo o las pocas posibilidades laborales no son justificativo para no pagar la cuota alimentaria por parte de uno de los progenitores. Si bien puede haber situaciones excepcionales o momentáneas, ningún progenitor debería eximirse de responder por las necesidades económicas de sus propios hijos.
Variación internacional
Si bien estos principios son aplicables a la mayoría de los países, cada nación tiene su legislación específica sobre la protección de los derechos de los hijos en separaciones.
En algunos lugares, la cuota puede estar regulada por normas estatales, mientras que en otros depende de negociaciones privadas que, de ser necesario, son resueltas por la justicia familiar.
Para los acuerdos más fluidos y con menos conflicto, es recomendable contar con asesoría legal que garantice que ambas partes actúen en beneficio de los hijos, procurando su bienestar material y emocional a lo largo del tiempo.