En el Día Internacional de la Familia, un informe de la Universidad Austral revela una transformación profunda en los hogares argentinos: caen los nacimientos, crece la población de adultos mayores y aumentan los hogares unipersonales. La pobreza infantil, mientras tanto, sigue afectando a más de la mitad de los niños. Los datos invitan a pensar políticas públicas que acompañen estos cambios.
En el marco del Día Internacional de la Familia (15 de mayo), un nuevo informe del Observatorio del Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad de la Universidad Austral pone cifras a una transformación estructural que se viene gestando en Argentina desde hace más de una década. La investigación, liderada por las expertas Lorena Bolzon, Dolores Dimier de Vicente y María Sol González, alerta sobre un cambio profundo en el modo en que se configuran las familias en el país.
El estudio revela fenómenos clave que impactan de lleno en la infancia, los vínculos, la política pública y la vida cotidiana de millones de hogares: la drástica caída de la natalidad, el crecimiento de los hogares unipersonales, el envejecimiento poblacional, el aumento de mujeres al frente de los hogares y la persistencia de la pobreza estructural infantil.

Caída histórica en la natalidad
Según el informe, la tasa de natalidad en Argentina cayó un 40% desde 2014, lo que la convierte en una de las reducciones más bruscas de toda América Latina. Además, el promedio de hijos por mujer descendió a 1,4, muy por debajo del nivel de reemplazo poblacional (2,1).
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), ese número llega apenas a 0,9 hijos por mujer. También se observa un corrimiento en la edad de la maternidad, que se concentra ahora entre los 30 y 34 años, en detrimento de la fecundidad entre mujeres jóvenes.
Una sociedad que envejece
Los datos demográficos indican que Argentina es cada vez más un país de adultos mayores. El índice de envejecimiento (que compara la cantidad de personas mayores con la de niños y jóvenes) pasó de 29 en 1991 a 60,55 en 2025.
Además, se duplicó la proporción de mayores de 85 años, y el fenómeno tiene un fuerte sesgo de género: hay 228 mujeres por cada 100 varones en ese grupo etario. Las provincias más envejecidas del país son CABA (22,6%), Santa Fe y La Pampa (17,3%).
Boom de los hogares unipersonales
El informe muestra que los hogares unipersonales se duplicaron en tres décadas: del 13% en 1991 pasaron a representar el 25% en 2025. Además, el número de hogares creció un 31% entre 2010 y 2022, mientras que la población lo hizo solo un 15%.
Esto significa que hay cada vez más viviendas habitadas por una sola persona, lo que tiene implicancias directas en temas como vivienda, aislamiento social y demanda de servicios personalizados.
Menos niños, más jefas de hogar
Sólo el 43% de los hogares en Argentina tiene niños menores de 18 años, una caída significativa respecto al 56% en 1991.
En paralelo, la jefatura femenina aumentó del 22% al 49% entre 1991 y 2022, mientras que la masculina bajó del 78% al 51%. Esto significa que hoy casi la mitad de los hogares están a cargo de mujeres, muchas de ellas también responsables del cuidado de adultos mayores.
En zonas urbanas, las mujeres jefas de hogar tienen incluso un mayor nivel educativo que los varones, un dato que refleja los cambios en la estructura del trabajo y la formación profesional.
La infancia en situación crítica: la pobreza
Uno de los datos más preocupantes del informe es la persistencia de altos niveles de pobreza infantil. En 2024:
- El 60% de los pobres en Argentina tiene menos de 30 años.
- El 52% de los niños menores de 14 años es pobre.
- Cerca del 12% de los menores de 14 años son indigentes.
Aunque estos indicadores mejoraron respecto al pico de 2020, aún no alcanzan los niveles previos a la crisis de 2016.
Una mirada urgente sobre el futuro
Las autoras del informe advierten que estos cambios no pueden ser leídos solo como estadísticas: "Los cambios sociales que inciden en las estructuras familiares no son anecdóticos: son señales que interpelan al Estado, a la sociedad y a las empresas", afirman.
Y concluyen: “Repensar políticas familiares que integren aspectos de población, educación, vivienda, salud, cuidado y empleo con base en esta nueva realidad es urgente”.
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