Una reciente investigación presentada en Canadá revela que la exposición temprana a los alérgenos caninos podría disminuir casi a la mitad las probabilidades de que un niño desarrolle asma. Te contamos qué descubrieron sobre los gatos y por qué este hallazgo es clave para la salud respiratoria infantil.
- Perros y asma infantil: cómo se hizo el estudio
- ¿Por qué los perros sí y los gatos no?
- Un paso importante, pero se necesita más investigación
Para muchas familias, la llegada de un bebé plantea la duda sobre cómo gestionar la convivencia con las mascotas.
Sin embargo, un nuevo estudio científico no solo respalda esta relación, sino que sugiere que crecer junto a un perro durante los primeros meses de vida podría ser un factor de protección clave contra el asma, la enfermedad respiratoria crónica más común en niños menores de cuatro años.
Perros y asma infantil: cómo se hizo el estudio
La investigación, liderada por un equipo del Hospital para Niños Enfermos (SickKids) de Toronto, Canadá, fue presentada en el Congreso de la Sociedad Respiratoria Europea.
Los científicos analizaron la exposición temprana de 1.050 bebés a alérgenos comunes dentro del hogar, ya que los niños pasan gran parte de su tiempo en espacios cerrados.
Para ello, tomaron muestras de polvo de las casas cuando los bebés tenían entre tres y cuatro meses y midieron los niveles de alérgenos de perros (Can f1), de gatos (Fel d1) y de una molécula bacteriana llamada endotoxina.

Los resultados, evaluados cuando los niños cumplieron cinco años, fueron sorprendentes: la exposición a niveles más altos de alérgenos de perro se asoció con un riesgo 48% menor de desarrollar asma.
Además, estos niños mostraron una mejor función pulmonar, un beneficio que fue aún más pronunciado en aquellos con predisposición genética a tener un rendimiento respiratorio deficiente.
¿Por qué los perros sí y los gatos no?
Una de las grandes preguntas que arroja el estudio es por qué este efecto protector parece ser exclusivo de los canes. Al analizar la exposición a los alérgenos de los gatos (Fel d1) y a la endotoxina, los investigadores no encontraron ningún tipo de beneficio ni asociación con una reducción del riesgo de asma.
Los autores del estudio admiten que todavía no conocen la causa exacta de esta diferencia, pero plantean una hipótesis interesante: sugieren que el contacto temprano con los alérgenos caninos podría prevenir la "sensibilización" del sistema inmunitario del bebé.
Este proceso podría darse a través de una modificación del microbioma nasal (los microorganismos que viven en la nariz) o por algún otro efecto directo sobre las defensas del niño, preparándolas para no reaccionar de forma exagerada en el futuro.
Esta teoría cobra fuerza al observar que, una vez que una persona ya es sensible a los perros, la exposición a ellos sí puede empeorar los síntomas del asma.
Un paso importante, pero se necesita más investigación
Jacob McCoy, responsable del trabajo, recordó que el asma es una enfermedad compleja causada por la interacción de factores genéticos y ambientales, como las infecciones o la contaminación.
Por eso, identificar elementos modificables en el entorno del niño, como la presencia de una mascota, es fundamental para la prevención.
Aunque los hallazgos son muy prometedores, el equipo de investigación subraya que se necesita seguir estudiando para entender a fondo este vínculo.
El objetivo ahora es aclarar los mecanismos biológicos exactos por los cuales los alergenos de los perros protegen la función pulmonar y cómo estas interacciones impactan la salud a largo plazo.
Este estudio no solo refuerza la idea de que los perros pueden ser maravillosos compañeros de vida para los niños, sino que también plantea que su presencia desde los primeros meses podría jugar un papel protector fundamental en la salud respiratoria infantil.