¿Con quién dejo los chicos? Es la pregunta que me surge como mamá cada vez que me invitan a una charla, a un evento, o que yo me propongo hacer, ya sea algo simple, como ir a un gimnasio hasta iniciar un curso.
Y muchas veces esa pregunta viene con una limitación implícita: no poder hacer cosas por no tener con quién dejar los chicos o porque las manos cuidadoras cercanas (ya sea niñera, abuelos, etcétera) lo hacen cuando los padres trabajamos.
Y a raíz de esta dicotomía en la que andamos entre hacer algo que necesitamos o rechazarlo solo por no poder dejar los chicos, siempre me pregunto por qué en ninguna de esas actividades se piensa en la inclusión de niños y niñas, en que ellos/as puedan habitar esos espacios mientras sus padres realizan las actividades.
A veces ni siquiera se trata de lugares a los que uno asista mucho tiempo: una simple ida a la farmacia con chicos menores de siete años puede significar un momento de tensión para un padre o madre.
Te puede interesar. Los abuelos y su rol en la crianza: seis beneficios para los nietos
Recuerdo una vez que tuve que hacer una fila de unos 20 minutos en una farmacia y que mis chicos se pusieron a tocar las cosas de las góndolas. Yo intentaba que dejaran de hacerlo, ellos recibieron el reto de la empleada del lugar y noté las miradas de disgusto de otros clientes. Los chicos también tenían sus razones: “Hace mucho que estamos acá y nos aburrimos”
La situación fue muy diferente en otra farmacia que frecuentamos después, donde había un pequeño rincón con una mesita, sillas y un juego de encastre. Apenas entramos, los chicos reconocieron ese espacio como propio, se acercaron a jugar, y el tiempo de espera pasó en tranquilidad. Parecía algo simple, pero era evidente que en ese lugar se había pensado en ellos.
Esta situación se traslada a cualquier ámbito: un café, un concierto, una charla. Si están allí la expectativa adulta se limita solo al “que no molesten”.
Parece algo complicado esta inclusión pero se vuelve tan simple a veces solo con poner la mirada: en este lugar habían pensado en ellos. En que hay niños y niñas que frecuentan ese lugar y que no tienen el comportamiento de un adulto, ni sería justo exigirles un comportamiento tal.
La invisibilización de la niñez
En Argentina, hay más de seis millones de niños y niñas, que representan aproximadamente el 9% de la población. Y hay otro tanto de adultos (el doble) a cargo de ellos. Sin embargo, todo parece estar diseñado como si no existieran.
Su participación en la vida pública se resume en la plaza, la escuela y el club. Fuera de esos ámbitos la participación de niños y niñas comienza a “molestar”, comienza a ser mirada solo con el fin de que “no moleste”.
Te puede interesar. Vasectomía: mitos y verdades sobre una intervención que gana terreno
- La invisibilización es tal y la tenemos tan naturalizada que hasta en charlas y disertaciones sobre temas de la niñez (dirigidos a adultos) no contemplan un espacio de recreación para niños y niñas. ¡De no creer!
Por ello, las veces que he participado en organizaciones comunitarias en las que planteábamos una propuesta pública (por ejemplo, una charla), mi pedido siempre fue: “busquemos incluir a niños y niñas para que puedan participar las personas que los tengan a cargo. ¡Y sin culpa!”.
Un llamado a diseñar espacios inclusivos para niños y niñas
La disociación que hay entre la vida adulta y la niñez hace que aquellos adultos que tengamos a cargo el cuidado de estos pequeños estemos eligiendo constantemente entre un mundo y el otro.
Incluir a los niños y niñas en nuestros espacios y actividades no solo es una necesidad logística para quienes los tenemos a cargo, sino también una forma de reconocer su presencia y su derecho a participar en la sociedad. Y todos y todas desde los lugares que habitamos podemos hacer un cambio sólo acordándonos de ellos, de que están y tienen derecho a habitar esos lugares.
Si aspiramos a una cultura más inclusiva, necesitamos dejar de verlos como una interrupción y empezar a diseñar entornos que los consideren. Porque criar también significa construir una sociedad donde todos y todas podamos estar, crecer y compartir en igualdad.