El síndrome del impostor, un fenómeno que se basa en la aparición de dudas sobre los propios logros, afecta a 8 de cada 10 personas en alguna etapa de su vida.
- Qué es el síndrome del impostor
- El rol de las instituciones educativas
- Cómo reconocer al síndrome del impostor
- Síndrome del impostor: cómo mitigar sus efectos
Aunque no se considera un trastorno mental oficial, suele ser descrito como una afección que conlleva a fomentar un miedo constante a ser descubierto como un fraude.
Distintos especialistas advierten que su prevalencia es alta en la etapa de la adolescencia y que sus efectos pueden limitar el desarrollo personal y profesional de los jóvenes a futuro.

Qué es el síndrome del impostor
El síndrome del impostor se caracteriza por la incapacidad de internalizar los propios logros.
Las personas afectadas atribuyen su éxito a la suerte, a factores externos o a la ayuda de otros, en lugar de reconocer sus propias habilidades y esfuerzo.
Esta percepción genera un miedo constante a ser desenmascarado como un fraude, lo que puede llevar a la ansiedad, baja autoestima y otras consecuencias negativas.
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En contextos escolares, por citar un caso, esto se manifiesta en estudiantes de alto rendimiento que no pueden aceptar su propio éxito, creyendo que es fruto del azar y que su incompetencia será expuesta.
Pero el fenómeno puede extenderse a otras ramas, como las deportivas, artísticas e incluso en las profesionales.
El rol de las instituciones educativas
En diálogo con el sitio español Magisterio, la directora académica de WorldEd School, Juliana Frigerio, destaca la importancia de que la escuela provea herramientas para identificar los caminos hacia el éxito y aprender de las frustraciones.
Esto ayuda a los alumnos a sentirse seguros al tomar decisiones y a confiar en sí mismos.
Desarrollar la resiliencia y comprender el camino recorrido fomenta la seguridad y la confianza en sí mismos al tomar decisiones.
Cómo reconocer al síndrome del impostor
Los adolescentes, debido a su vulnerabilidad emocional y la importancia que le dan a la opinión de los demás, son especialmente susceptibles a este síndrome.
- Algunas de las causas que detonan este síndrome son:
- Falta de respaldo familiar
- Baja autoestima
- Experiencias negativas
- Temor ante lo desconocido
Entre las señales más comunes del síndrome del impostor, se incluyen:
- Extrema inseguridad. Los afectados expresan constantemente baja autoestima y se comparan con los demás, lo que afecta sus relaciones interpersonales.
- Rechazo de elogios. No aceptan halagos porque sienten que sus éxitos son producto del azar.
- Miedo a ser descubierto. Temen que los demás descubran que son un fraude debido a la falta de confianza en sus habilidades.
- Expectativas de fracaso. Están convencidos de que fracasarán en cualquier tarea, lo que les genera ansiedad y, en algunos casos, depresión.
- Autodenigración. No aceptan sus errores y se sienten invadidos por la vergüenza y la humillación cuando estos se hacen evidentes.
- Sobreesfuerzo. Se exigen una capacidad de trabajo poco realista para triunfar, generando ansiedad y siendo catalogados erróneamente como perfeccionistas.
- Búsqueda de validación. Aspiran constantemente a lograr la aprobación de su entorno, aunque irónicamente no sean capaces de aceptar los elogios.
Síndrome del impostor: cómo mitigar sus efectos
Para mitigar los efectos del síndrome del impostor en adolescentes, es fundamental abordar las causas subyacentes y fomentar una autoestima saludable.
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Algunas estrategias y recomendaciones incluyen:
- Psicoterapia. Buscar ayuda profesional para abordar los pensamientos de baja autoestima y desmontar las creencias tóxicas. La terapia puede ser breve o a largo plazo, dependiendo de la gravedad del trastorno.
- Técnicas de Role-Playing. Compartir experiencias de impostura con compañeros ayuda a mitigar la angustia.
- Identificar y apreciar los logros. Reconocer los éxitos pasados y las habilidades únicas de cada uno para aumentar la autoestima.
- Evitar comparaciones. Fomentar la comparación con el "yo" del pasado en lugar de compararse con los demás.
- Normalizar la sensación de impostura. Hacerles saber que es un sentimiento común que afecta a muchas personas.
- Aceptar elogios. Aprender a recibir felicitaciones con humildad y agrado como señal de una autoestima saludable.
- Relativizar el fracaso. Aceptar los errores como parte del proceso de aprendizaje.
- Fomentar nuevas actividades. Animar a los adolescentes a salir de su zona de confort y probar cosas nuevas para aumentar la confianza.
- Hacer una lista de logros. A lo largo del año, señalar los logros y cómo se consiguieron para tener evidencia del esfuerzo realizado.
- Hablar con alguien de confianza. Compartir las dudas con un psicólogo, familiar, amigo o profesor puede ayudar a despejar la mente.
- Ser tutor de alumnos más jóvenes. Poner en práctica lo que se domina puede reafirmar las capacidades.
- Crear una rutina. Cumplir con horarios de esparcimiento, alimentación y trabajo para evitar el agotamiento físico y emocional.