Las redes sociales y la manipulación digital están moldeando la percepción del cuerpo desde edades tempranas, afectando la autoestima y fomentando trastornos alimenticios. La psicopedagoga Mariana Savid advierte sobre el impacto de los algoritmos, los grupos en línea y la presión social en la infancia y adolescencia. ¿Cómo prevenirlo? Claves para fortalecer la autoestima y el pensamiento crítico en la era digital.
- La presión social y los algoritmos
- Infancia y la cosmeticorexia: una preocupación temprana
- Prevención desde la infancia
Las redes sociales fueron transformado la manera en que nos percibimos a nosotros mismos. Antes, los retoques digitales eran exclusivos de revistas y celebridades; hoy, cualquier persona con un teléfono puede modificar su apariencia con filtros y aplicaciones de edición.
Esta accesibilidad complejizó un problema creciente: la percepción del cuerpo como un objeto moldeable, muchas veces inalcanzable, lo que afecta profundamente la autoestima y puede desencadenar trastornos de la conducta alimentaria (TCA).
La presión social y los algoritmos
La psicopedagoga y especialista en ciudadanía digital, Mariana Savid, advierte que la exposición constante a estos contenidos en redes sociales lleva a muchas adolescentes a desarrollar conductas de riesgo. "El algoritmo detecta tus intereses y te sumerge en un círculo vicioso: si una adolescente ve contenido sobre dietas extremas o ayunos intermitentes, rápidamente se le mostrará más información similar, reforzando ideas peligrosas", explica.
Este fenómeno no solo afecta a quienes ya tienen una preocupación por su peso, sino que puede inducir a niñas y adolescentes sin predisposición a desarrollar trastornos alimenticios.
"Se han encontrado grupos en Telegram, WhatsApp y TikTok donde las jóvenes compiten en ayunos, se presionan unas a otras con insultos y comparten técnicas para ocultar los síntomas", alerta Savid.
Infancia y la cosmeticorexia: una preocupación temprana
Los niños también están expuestos a esta cultura de la imagen. "Cada vez es más común ver a niñas pequeñas obsesionadas con la perfección física, un fenómeno conocido como cosmeticorexia.
Desde edades tempranas, se les inculca la idea de que deben verse impecables, con spas para niñas y fiestas de maquillaje como tendencias populares", señala Savid.
Prevención desde la infancia
Para reducir estos riesgos, la experta recomienda fortalecer la autoestima desde la infancia y promover una relación saludable con la tecnología:
- Mediación parental digital: Reflexionar antes de dar un celular a un niño. "No se trata solo de la edad, sino de su capacidad de autocontrol, de distinguir lo privado de lo público y de comprender la cultura digital", explica Savid.
- Diálogo abierto en familia: Evitar comentarios sobre el aspecto físico, incluso si son positivos. En su lugar, enfocar la conversación en talentos y virtudes.
- Educación en pensamiento crítico: Enseñar a analizar la información en redes, identificar imágenes editadas y cuestionar los estándares de belleza irreales.
- Fomentar espacios de autoexpresión: Rondas de diálogo, actividades artísticas o juegos de autoconocimiento pueden ayudar a fortalecer la autoestima.
La importancia de la regulación y la responsabilidad de las plataformas
Según Savid, es fundamental que las plataformas digitales asuman mayor responsabilidad en la moderación de contenidos, eliminando material que promueva estándares de belleza inalcanzables o que incentive conductas riesgosas.
También sugiere la implementación de talleres educativos en escuelas y espacios de diálogo para familias y docentes.
"No se trata de demonizar la tecnología, sino de educarnos para usarla de manera consciente. Mientras no entendamos cómo funcionan los algoritmos y los sesgos digitales, seguiremos siendo víctimas de una industria que se alimenta de nuestras inseguridades", explicó en diálogo con CrecerHoy.
Construir un entorno digital más saludable es responsabilidad de todos: familias, educadores, plataformas digitales y sociedad en general. Fomentar una relación positiva con el cuerpo desde la infancia puede marcar la diferencia en la prevención de los TCA y en el bienestar emocional de las futuras generaciones.
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