Cada 5 de noviembre se conmemora el Día Internacional de las Personas Cuidadoras, una fecha para valorar el trabajo de quienes cuidan a personas mayores o dependientes y promover su formación, descanso y reconocimiento social.
Esta jornada busca visibilizar tanto a los cuidadores familiares, que lo hacen sin recibir una remuneración, como a los cuidadores profesionales, que cumplen un rol esencial en la atención de personas mayores, con discapacidad o en situación de dependencia.
Aunque su labor es fundamental para el bienestar social, el trabajo de cuidado continúa siendo, en gran medida, invisible y precarizado, especialmente en América Latina, donde recae de forma desproporcionada sobre las mujeres.
En Argentina, como en la región, los cuidados suelen organizarse en el ámbito doméstico, sin reconocimiento formal ni apoyo suficiente, lo que genera una doble carga: cuidar a otros y postergar el propio bienestar.
Un trabajo esencial para la sociedad
Según estudios recientes citados por la Red Latinoamericana de Gerontología, más del 80% de los cuidados en América Latina y el Caribe son realizados por personas cuidadoras familiares. En su mayoría, son mujeres mayores de 50 años, con ingresos bajos y, a menudo, fuera del mercado laboral o en empleos de tiempo parcial.
Por otro lado, las personas cuidadoras remuneradas, también en su mayoría mujeres, cerca del 95%, tienen un nivel educativo medio y acceso limitado a la protección social. A pesar de brindar un servicio esencial, sus condiciones laborales son frágiles y con escasa formación profesional.
El informe del BID estima que en la región hay 3,1 millones de personas cuidadoras remuneradas, pero se necesitarían al menos 5 millones para cubrir la demanda actual. Para el año 2050, esa cifra debería cuadruplicarse hasta alcanzar los 14 millones de trabajadores del cuidado, solo para atender a personas mayores.
“Cuidar es un trabajo que requiere tiempo, habilidades, empatía y formación. Reconocerlo como tal es una deuda social y de género”, señalan desde la Red Latinoamericana de las Personas Cuidadoras.
Cuidar bien: cinco claves para un cuidado de calidad
En el marco de la conmemoración, el BID y la Red Latinoamericana de las Personas Cuidadoras difundieron cinco recomendaciones prácticas para promover un cuidado respetuoso, centrado en la persona y sostenible para quien cuida:
- Apostar por la autonomía.
El cuidado no debe sustituir la voluntad de la persona cuidada, sino potenciarla. Fomentar que la persona mayor participe de sus actividades, alimentarse, vestirse, decidir sobre su rutina, ayuda a mantener su capacidad funcional y autoestima.- Promover la participación en las decisiones.
Aun con limitaciones cognitivas, la persona cuidada debe ser escuchada. Participar en la toma de decisiones cotidianas, como elegir la comida o la ropa, mejora su bienestar y refuerza el vínculo con el cuidador.- Personalizar la atención.
Cada persona tiene gustos e historias distintas. Conocer su biografía y preferencias permite ofrecer un cuidado más humano: no todos disfrutan de las mismas actividades, y reconocer esas diferencias da sentido y alegría a la vida cotidiana.- Hablar sobre la muerte.
Abordar el final de la vida con respeto y serenidad puede aliviar miedos y fortalecer el acompañamiento emocional. Escuchar sin juzgar y ofrecer presencia son formas de cuidado tan valiosas como las físicas.- Practicar el autocuidado.
Ningún cuidado puede sostenerse si quien cuida se descuida. Las personas cuidadoras necesitan tiempo de descanso, redes de apoyo y acceso a controles de salud. El bienestar de quien cuida es también una cuestión de salud pública.
Una tarea que merece reconocimiento
En este Día Internacional, la reflexión apunta a transformar la cultura del cuidado: reconocerlo como un trabajo, valorarlo socialmente, garantizar formación profesional y asegurar políticas públicas que respalden tanto a quienes lo brindan como a quienes lo necesitan.
Las organizaciones que impulsan esta efeméride coinciden en que cuidar no es un deber individual, sino una responsabilidad colectiva. Hacer visible a las personas cuidadoras es también una forma de cuidar mejor como sociedad.
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