Un nuevo estudio, liderado por Huiwen Alex Yang de la Universidad de California, Berkeley, está revolucionando la psicología del desarrollo al demostrar que niños de tan solo 4 años pueden emplear algoritmos de clasificación de manera innata para resolver problemas complejos.
- La visión clásica de Piaget, en jaque
- El experimento que reveló el “algoritmo infantil”
- Cómo influye el “algoritmo infantil” en la crianza
Este hallazgo no solo es fascinante, sino que también pone en jaque las ideas largamente aceptadas sobre las habilidades cognitivas de los preescolares, basadas históricamente en el trabajo del psicólogo suizo Jean Piaget.
La visión clásica de Piaget, en jaque
Durante décadas, la psicología del desarrollo estuvo dominada por las teorías de Jean Piaget, quien diseñó experimentos clave en la década de 1960.
Uno de sus retos más famosos fue la seriación, donde pedía a los niños ordenar palitos según su longitud.
Según los hallazgos de Piaget, los menores de 7 años no aplicaban estrategias organizadas para la seriación, resolviendo el desafío por ensayo y error o de manera azarosa, sin seguir patrones discernibles.
Esto consolidó la percepción de que las estrategias estructuradas y eficientes para la clasificación y la resolución de problemas solo emergían a partir de los 7 años.
Sin embargo, las nuevas evidencias desafían estos límites de edad.
Como señala Andrew Bremner, de la Universidad de Birmingham, se comenzó a demostrar que los niños son capaces de hacer cosas "a una edad mucho más temprana" de lo que Piaget predecía.

El experimento que reveló el “algoritmo infantil”
Para probar estas habilidades tempranas, el equipo de Huiwen Alex Yang realizó experimentos con 123 niños de entre 4 y 9 años.
La tarea consistía en ordenar una serie de imágenes digitales de conejos según su altura.
En la etapa crucial del estudio, los investigadores dificultaron la tarea, obligando a los niños a desarrollar estrategias de comparación.
Los conejos fueron oscurecidos, y los participantes solo podían ver y comparar dos conejos a la vez, sabiendo únicamente si la pareja seleccionada estaba en el orden correcto o no.
Los resultados fueron notables: los niños mostraron rendimientos muy superiores al azar y, lo más importante para los padres, varios niños preescolares descubrieron y aplicaron métodos algorítmicos eficientes.
Los investigadores identificaron el uso de algoritmos conocidos en informática, como el ordenamiento por selección y el ordenamiento por agitación.
De 667 pruebas realizadas, en 110 ocasiones se empleó el ordenamiento por selección y en 141 el de agitación.
Aunque la generalización de estas estrategias aumenta con la edad (alcanzando más del 54% a los 9 años), el estudio confirmó que un 2,9% de los niños de 4 años ya utilizó un algoritmo identificable.
En total, 67 de los 123 niños emplearon al menos un algoritmo.
Cómo influye el “algoritmo infantil” en la crianza
Este hallazgo es fundamental para la crianza porque cambia la forma en que debemos ver y fomentar el razonamiento de nuestros hijos.
Ya no se trata de asumir que el pensamiento estructurado comienza en la escuela primaria.
El líder de la investigación, Huiwen Alex Yang, sugiere que quizás “no les dábamos suficiente crédito a los niños” y que es necesario profundizar en su capacidad de razonamiento.
Esta nueva perspectiva refuerza la idea de que los niños no son un “lienzo en blanco”.
Desde edades muy tempranas, aplican diferentes estrategias para interactuar y resolver los problemas que se les presentan.
Para los padres, esta investigación implica un cambio de enfoque:
- Observación detallada. Prestar atención a las estrategias que usan sus hijos para clasificar juguetes, ordenar objetos o resolver desafíos cotidianos, en lugar de asumir que lo hacen al azar.
- Fomentar la exploración. Promover juegos que requieran ordenar, categorizar y clasificar elementos, permitiendo que los niños descubran sus propios métodos algorítmicos.
- Valorar el proceso. Entender que el comportamiento que parece complejo en los niños puede basarse en un "conjunto de reglas mucho más parsimoniosas" que ellos mismos han descubierto, lo que indica un potencial de razonamiento estructurado mucho antes de lo que se creía.
Este "giro" en la interpretación cognitiva impulsa una visión más flexible del potencial infantil, invitando a la comunidad de padres y educadores a replantearse los límites de lo que un niño pequeño es capaz de lograr.