Una reciente y alarmante investigación puso de manifiesto los profundos riesgos de que los niños reciban un teléfono inteligente antes de cumplir los 13 años.
- Impactos preocupantes en la salud mental
- ¿Por qué los 13 años son un umbral crítico?
- Efectos diferenciados por género
El estudio, que analizó datos longitudinales de más de 100 mil personas, reveló que la exposición temprana a smartphones puede tener un impacto negativo duradero en el bienestar psicológico, manifestándose incluso en la adultez temprana.
La investigación, dirigida por la científica y cofundadora de Sapien Labs, Tara Thiagarajan, examinó las respuestas de individuos nacidos entre 1996 y 2007, una generación que creció con un acceso casi constante a la tecnología digital.
Los hallazgos, publicados en el Journal of Human Development and Capabilities, son contundentes: los participantes que obtuvieron su primer smartphone antes de los 13 años mostraron un deterioro notable en indicadores clave de bienestar psicológico.
Impactos preocupantes en la salud mental
Según el informe, este grupo demográfico presentó tasas más altas de pensamientos suicidas, conductas impulsivas y síntomas que trascienden los diagnósticos convencionales.
Thiagarajan explicó que diversos factores agravan este impacto, incluyendo la exposición prolongada a redes sociales, el ciberacoso, la interrupción del sueño y las dinámicas familiares disfuncionales.
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La combinación de estos elementos puede alterar significativamente el desarrollo emocional y cognitivo de los menores, con consecuencias que se hacen más evidentes a medida que crecen.
¿Por qué los 13 años son un umbral crítico?
Los expertos coinciden en que, desde un punto de vista neurológico, los menores de 13 años carecen de la madurez suficiente para gestionar las complejidades del entorno digital.
A esta edad, el cerebro aún está en formación, lo que lo hace particularmente vulnerable a la sobreestimulación, el juicio social y el contenido nocivo que abunda en las plataformas virtuales.

Tanto la líder del estudio como organizaciones como Wait Until 8th, una campaña que aboga por retrasar el uso de smartphones, enfatizan que el acceso prematuro a estos dispositivos no solo expone a los niños a riesgos inmediatos, sino que también compromete procesos fundamentales de su desarrollo.
La investigación sugiere que la interacción constante con pantallas y redes sociales puede interferir con la construcción de la identidad, la regulación emocional y la adquisición de habilidades sociales.
Estos déficits, a menudo, pasan desapercibidos en las evaluaciones clínicas tradicionales, dificultando su detección temprana.
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Efectos diferenciados por género
El estudio también destacó cómo el impacto varía según el género.
- Las niñas que utilizaron celulares antes de los 13 años reportaron niveles más bajos de autoestima, autovaloración y resiliencia emocional. Además, mostraron mayor inseguridad con respecto a su imagen corporal y dificultades para gestionar emociones en situaciones de estrés.
- En el caso de los niños, los resultados indicaron una menor capacidad para mantener la calma, así como niveles reducidos de estabilidad emocional y empatía.
En ambos grupos, los efectos fueron significativamente más graves en comparación con aquellos que recibieron su primer smartphone después de los 13 años.
Aunque los investigadores atribuyen estas diferencias a factores socioculturales, como el tipo de contenido consumido y las interacciones en línea, aclaran que la afectación es generalizada, sin importar el entorno socioeconómico o el país de origen.
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Un llamado a la regulación y a la conciencia familiar
Ante estos contundentes resultados, los autores del estudio hacen un llamado urgente a limitar el acceso de los menores de 13 años a teléfonos inteligentes.
Proponen que los gobiernos adopten un enfoque preventivo similar al de otras sustancias reguladas, como el tabaco o el alcohol, lo que incluiría medidas legales para restringir el uso y exigir educación digital desde etapas tempranas.
Además, se exige una mayor responsabilidad por parte de las empresas tecnológicas, instándolas a diseñar entornos digitales más seguros para los usuarios jóvenes.
Esto implica la implementación de herramientas de control parental, algoritmos menos adictivos y una transparencia total sobre el impacto psicológico de sus productos.
Finalmente, el informe insta a los padres a retrasar la entrega de smartphones y a priorizar la calidad de las relaciones familiares.
Acompañar a los menores en su relación con la tecnología y fomentar espacios de desconexión podría reducir significativamente los riesgos asociados con un acceso temprano a estos dispositivos.