Cada 10 de octubre se celebra el Día Mundial de la Salud Mental, una fecha fundamental con el propósito de generar conciencia sobre la importancia del bienestar psíquico y emocional y el cuidado del estado anímico.
- ¿Por qué se conmemora los 10 de octubre?
- Infancia y adolescencia como etapas críticas
- Los desafíos en la era digital
- Familia y escuela: su rol calve en la prevención y tratamiento
Esta jornada no solo invita a la reflexión sobre las condiciones o situaciones que afectan a las personas, sino que también convoca a actuar en torno al bienestar psicosocial.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) respalda esta fecha, definiendo la salud mental como un “estado de completo bienestar físico, mental y social” y no solo como “la ausencia de afecciones o enfermedades”.
¿Por qué se conmemora los 10 de octubre?
El origen de esta conmemoración se remonta a 1992, cuando Richard C. Hunter, subsecretario general de la Federación Mundial para la Salud Mental (WFMH), estableció esta fecha con el fin de concientizar a la humanidad sobre la necesidad de cuidar la salud mental.
La WFMH, que congrega a más de 150 naciones, promueve la creación de campañas y planes de colaboración para alcanzar este objetivo.
Cada año, la OMS establece un tema oficial. En 2025, el lema global es “Salud mental en emergencias humanitarias”, una campaña que busca alertar sobre la necesidad de atención urgente para quienes se ven afectados por conflictos, desastres naturales o emergencias de salud pública.

Se estima que una de cada cinco personas en estas situaciones padece una afección de salud mental, como ansiedad o trastorno de estrés postraumático.
La Federación Mundial para la Salud Mental (WFMH) se suma a esta iniciativa con la temática “Acceso a los Servicios - Salud Mental en Catástrofes y Emergencias”.
No obstante, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), aunque apoya la prioridad global, ha decidido usar el Día Mundial de la Salud Mental 2025 para destacar un problema específico y urgente en la Región de las Américas: la salud mental de los niños y adolescentes.
Infancia y adolescencia como etapas críticas
La infancia y la adolescencia son períodos críticos para el desarrollo del cerebro y la salud mental.
Es en estas etapas donde el bienestar es más sensible a las influencias ambientales.
Las estadísticas demuestran la magnitud de la crisis juvenil:
- A nivel mundial, uno de cada siete jóvenes de entre 10 y 19 años padece algún tipo de trastorno mental, lo que representa el 15% de la carga mundial de morbimortalidad para este grupo.
- La mitad de todas las enfermedades de salud mental comienza antes de los 14 años.
- Las afecciones más frecuentes incluyen la depresión, la ansiedad y los trastornos del comportamiento.
- El suicidio es, lamentablemente, la tercera causa de defunción en las personas de 15 a 29 años. Además, es la principal causa de muerte en mujeres de entre 10 y 19 años en Argentina.
Cuando un trastorno mental de un adolescente no se trata, sus consecuencias se extienden a la edad adulta, perjudicando su salud física y mental y limitando sus posibilidades de llevar una vida plena en el futuro.
La OMS sostiene que crear planes de acción para atender a las personas es una herramienta clave para la prevención del suicidio.
El entorno, incluyendo factores como la violencia, el acoso, la discriminación y la pobreza, potencia la vulnerabilidad de este grupo.
Cuanto mayor sea el número de factores de riesgo, más profundo es el impacto potencial en su salud mental.
Los desafíos en la era digital
Padres y educadores deben prestar especial atención a los nuevos riesgos de la era digital.
Los profesionales del Hospital Italiano de Buenos Aires advierten que el uso de redes sociales considerado intensivo (superior a tres o cuatro horas diarias) se asocia con un aumento de síntomas depresivos, ansiedad y baja autoestima en adolescentes.
Esta exposición genera una búsqueda constante de validación externa y comparación con modelos digitales idealizados, lo que potencia el malestar y la frustración. Además, la hiperconectividad favorece el FOMO (miedo a quedarse afuera), lo que amplifica el estrés y la ansiedad, afectando el sueño y el rendimiento académico.
Familia y escuela: su rol calve en la prevención y tratamiento
El desarrollo de la salud mental es un proceso integral que debe priorizarse en las primeras etapas de la vida.
La clave reside en dos grandes pilares:
- Prevención y promoción. Las intervenciones deben buscar fortalecer la capacidad individual para regular las emociones, reducir comportamientos de riesgo y desarrollar resiliencia ante la adversidad.
Los especialistas recomiendan que las familias y la comunidad educativa promuevan una “educación digital” que fomente la autorregulación y la alfabetización tecnológica.
También es crucial limitar el uso de pantallas a un máximo de 3 horas por día y promover hábitos saludables y actividades presenciales.
La promoción de entornos protectores y libres de violencia es central para modificar la trayectoria de vida de millones de jóvenes.
- Acceso a la atención y eliminación del estigma. El principal obstáculo es el temor a la estigmatización y al rechazo.
La percepción errónea de que los problemas mentales son una muestra de debilidad retrasa la búsqueda de ayuda.
Es urgente que los gobiernos implementen políticas basadas en derechos humanos para ampliar los servicios de salud mental en la comunidad e integrarlos en el sistema de atención primaria y en las escuelas.
Al eliminar el estigma, aseguramos que los adolescentes vulnerables tengan acceso a la atención que necesitan.