Garantizar un sueño seguro en el primer año es clave para prevenir riesgos y proteger la salud del bebé. Las nuevas recomendaciones de la Academia Americana de Pediatría actualizan pautas sobre postura, colecho, superficies de descanso y entornos libres de objetos blandos para asegurar un descanso seguro desde los primeros meses.
Lograr que un bebé duerma tranquilo puede ser uno de los desafíos más grandes para quienes crían. Pero la forma en que duerme no solo influye en su descanso: también puede tener un impacto decisivo en su salud y seguridad. Por eso, conocer las recomendaciones actuales sobre “sueño seguro” resulta clave.
La AAP, la principal asociación pediátrica de Estados Unidos, publicó en 2022 una actualización de sus pautas para prevenir muertes relacionadas con el sueño e incrementar la seguridad del descanso infantil.
Estas son las recomendaciones:
¿Por qué importa tanto dónde y cómo duerme un bebé?
El principal riesgo que estas recomendaciones buscan prevenir es lo que se conoce como Síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL), así como otras fatalidades relacionadas con el sueño (asfixia, atrapamiento, estrangulamiento).
La investigación muestra que un entorno seguro de sueño puede reducir considerablemente esas causas.
Dado que en los primeros meses de vida, especialmente entre 1 y 4 meses, los bebés son más vulnerables, las pautas se enfocan en esos primeros meses, aunque los principios deben mantenerse durante todo el primer año.
Las recomendaciones
Para un sueño seguro, la AAP aconseja que los bebés cumplan con las siguientes condiciones:
Duerma boca arriba en cada siesta y de noche. Nunca de costado ni boca abajo. Esa posición disminuye hasta en un 50 % el riesgo de SMSL.
Superficie firme, plana y sin objetos blandos. Cuna, moisés o corral con colchón firme y sábana ajustada; sin almohadas, mantas sueltas, peluches, protectores, juguetes, ni sábanas acolchadas.
Compartir cuarto, no cama (no colecho). El bebé puede dormir en la misma habitación de los padres durante al menos los primeros 6 meses (ideal hasta 12), pero siempre en su espacio propio.
Evitar superficies inclinadas o no diseñadas para dormir (como sillones, hamacas, cochecitos, asientos de auto). Sólo deben usarse para dormir mientras el bebé está en tránsito.
Mantener temperatura adecuada y sin sobrecalentamiento. Vestir al bebé con una ropa ligera, sin mantas pesadas o gorros, y evitar exceso de abrigo.
Amamantar si es posible. La lactancia materna ofrece protección adicional contra el SMSL.
Ofrecer chupete al dormir (si la lactancia está bien establecida), pues se ha asociado con menor riesgo de muerte súbita.
Qué evitar siempre
Usar mantas sueltas, almohadas, almohadones, cunas con protectores acolchados, juguetes en el lecho, ropa de cama suave u otros objetos blandos.
Que el bebé duerma en sillones, cochecitos o hamacas como rutina de sueño.
Embarazo y posnatal con exposición a humo de tabaco, alcohol u otras sustancias.
¿Cómo aplicar estas recomendaciones en Argentina?
Aunque las recomendaciones vienen de una sociedad pediátrica de Estados Unidos, los principios básicos son universales, refuerzan cómo los bebés respiran, duermen y crecen, por lo que sirven como guía también en Argentina. Para adaptarlas al contexto local, podés:
Educar a quienes cuidan al bebé (abuelos, niñeras, guarderías) sobre estas pautas: seguridad en el sueño no es solo para papás, sino para cualquier adulto responsable.
Asegurar que la cuna o moisés cumpla con normas nacionales o internacionales de seguridad.
Usar sábana ajustable y evitar protectores acolchados, mantas sueltas o peluches.
Mantener el cuarto de los padres como entorno cercano durante los primeros 6–12 meses.
Vestir al bebé adecuadamente: ni frío ni calor en exceso.
En la medida de lo posible, amamantar y, si se usa chupete, respetar las recomendaciones sobre su uso.
Dormir bien también es cuidar
El sueño es tan esencial como la alimentación o el control pediátrico. Un ambiente de descanso seguro permite que el bebé crezca protegido, reduce riesgos evitables y aporta tranquilidad a las familias.
Las pautas de la AAP ofrecen una hoja de ruta clara: postura, entorno, ambiente, prevención. Seguirlas no garantiza que todo salga perfecto, ninguna práctica lo hace, pero sí ayuda a reducir riesgos y acompañar la crianza con más cuidado.
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