Describe a quienes aceptan gestos mínimos de cariño en sus relaciones afectivas. Te explicamos qué significa, por qué es una señal de alerta y cómo acompañar a los adolescentes para que construyan vínculos afectivos más saludables y recíprocos.
- ¿Qué significa "ser migajera/o"?
- ¿Por qué aceptamos "migajas" de afecto?
- El impacto emocional y cómo salir del círculo
- Estrategias para padres y adolescentes
En el universo de las redes sociales, donde los jóvenes crean y popularizan nuevos términos,surgió una palabra que resuena con fuerza: "migajera" (o "migajero").
Este concepto, viralizado a través de memes y videos, se usa para describir a las personas que se conforman con "migajas" de afecto en sus relaciones, ya sean amorosas, de amistad u otros lazos interpersonales.
Aunque no es un término formal de la psicología, captura una dinámica muy real y dolorosa: aceptar un cariño limitado, sin compromiso ni reciprocidad clara.
Para padres y adolescentes, entender este fenómeno es el primer paso para fomentar vínculos más equilibrados y satisfactorios.
¿Qué significa "ser migajera/o"?
La psicóloga Ana Paula Rivadero explica a Clarín que ser "migajera" es una "posición subjetiva" en la que una persona "se conforma, adapta y acomoda a lo que el otro da, sin tener en cuenta su propio deseo".
Es un modo de relacionarse que puede darse en cualquier tipo de vínculo.
Este concepto está directamente relacionado con el término en inglés breadcrumbing, que describe el comportamiento de alguien que mantiene a otra persona interesada con gestos esporádicos y ambiguos, pero sin ninguna intención real de profundizar la relación.
El objetivo es mantener el interés del otro sin ofrecer un compromiso real.

¿Por qué aceptamos "migajas" de afecto?
No hay una única respuesta, ya que cada persona construye su forma de vincularse a partir de su historia personal. Sin embargo, la psicóloga Rivadero señala que este patrón refleja un fenómeno de nuestra época.
Hoy son comunes los "vínculos a medias, con poco compromiso y escasa puesta en juego de deseos propios y compartidos". Las plataformas digitales y redes sociales pueden agravar esta tendencia, creando una "ilusión de conexión" que favorece relaciones superficiales y la aceptación de un afecto mínimo. Se comparte mucho contenido, pero sin una conexión real.
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El impacto emocional y cómo salir del círculo
Aceptar un cariño a cuentagotas tiene consecuencias directas en la salud emocional.
La especialista advierte que genera "tristeza, angustia y malestar porque la persona no actúa conforme a su propio deseo".
¿Cómo identificar las señales? La clave es prestar atención a las propias emociones.
Rivadero sugiere reflexionar sobre cómo nos hacen sentir las actitudes de la otra persona para darnos cuenta si estamos en un vínculo de este tipo.
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Estrategias para padres y adolescentes
La herramienta más poderosa para salir de estas dinámicas tóxicas es poner en primer lugar los propios deseos y necesidades.
Es fundamental no olvidar los gustos, expectativas y lo que uno busca en una relación, a veces por el simple miedo a estar solo.
Para los padres:
- Abran el diálogo: Pregunten a sus hijos cómo se sienten en sus relaciones, sin juzgar. Usar términos como "migajera" puede ser un punto de partida para una conversación.
- Fomenten la autoestima: Un adolescente que valora sus propios deseos y necesidades es menos propenso a aceptar afecto limitado.
- Modelen relaciones saludables: El ejemplo en casa sobre reciprocidad y comunicación es fundamental.
Para los adolescentes:
- Escuchá tus emociones: Si una relación te genera más angustia que felicidad, es una señal de alerta.
- Comunicá lo que querés: No tengas miedo de expresar tus expectativas y necesidades en un vínculo.
- Recordá tu valor: Merecés relaciones donde el afecto sea claro, constante y recíproco, no solo migajas.
Poner límites y priorizar el bienestar personal permite recuperar el control y construir relaciones más equilibradas y satisfactorias.