La Universidad de Oxford eligió en las últimas semanas el término “brain rot” (podredumbre cerebral, en castellano) como su palabra del año 2024 para advertir por los daños que estudios científicos han detectado en el cerebro humano a raíz de la utilización excesiva de internet y de las redes sociales.
- Qué significa "brain rot"
- De dónde viene “brain rot”
- La evidencia científica
- Otros hallazgos científicos
- Una llamada a la acción
Esta elección, lejos de ser caprichosa, refleja una creciente preocupación global sobre el impacto del consumo excesivo de contenido digital en nuestra salud mental.
Pese a que sus raíces se remontan al siglo XIX, el término se erigió con fuerza en el contexto digital, especialmente entre la Generación Z y la Generación Alfa, quienes lo utilizan con una mezcla de ironía y autocrítica.
¿Qué significa "brain rot"?
"Brain rot" se define como el "supuesto deterioro del estado mental o intelectual de una persona" como resultado de la sobreexposición a material poco desafiante, especialmente contenido online (en línea).
Este concepto captura la sensación de fatiga y hastío que se experimenta después de pasar demasiado tiempo en redes sociales, consumiendo videos con memes, reacciones virales y otros contenidos triviales.
En esencia, describe un estado de "intoxicación virtual" donde la mente se siente saturada y, de alguna manera, "pudriéndose".
- Te puede interesar. A qué edad es recomendable regalar el primer celular.
La elección de "brain rot" como palabra del año no solo destaca la prevalencia de este fenómeno, sino también una creciente autoconciencia entre los jóvenes sobre los efectos perjudiciales de las redes sociales.
Casper Grathwohl, presidente de Oxford Languages, señala que el hecho de que las generaciones más jóvenes amplifiquen el uso de este término en las mismas plataformas que lo generan, añade un matiz interesante al concepto.
Es una forma de reconocer el problema sin dejar de formar parte del sistema que lo genera, resalta.
De dónde viene “brain rot”
Aunque su popularidad es reciente, "brain rot" no es un concepto nuevo.
La primera mención documentada se remonta a 1854, en la obra "Walden" de Henry David Thoreau, donde el autor reflexionaba sobre el estado de la sociedad de su época, criticando la "podredumbre cerebral" que, según él, se extendía de manera más amplia y fatal que la "podredumbre de las papas".
La crítica de Thoreau era de naturaleza filosófica, pero el término ha encontrado una nueva relevancia en la era digital.
- Te puede interesar. El mundo entero está viendo lo que acabás de publicar.
La evidencia científica
Los efectos de internet y las redes sociales en los humanos constituyen desde hace tiempo una preocupación constante entre científicos.
Investigaciones recientes demuestran que el consumo excesivo de contenidos basura puede provocar cambios estructurales en el cerebro, afectando la atención, la memoria y las funciones.
Entre los hallazgos, se destaca:
- Reducción de materia gris. Estudios han encontrado que el uso y abuso de internet se asocia con una disminución de la materia gris en las regiones prefrontales del cerebro, áreas cruciales para la resolución de problemas, la regulación emocional, la memoria y el control de los impulsos.
- Alteración de la atención sostenida. El uso problemático de móviles e internet, con sus constantes notificaciones y estímulos cambiantes, afecta la capacidad de mantener la atención en una misma tarea por un período prolongado. El cerebro se acostumbra a saltar de un estímulo a otro, perjudicando la concentración y el aprendizaje.
- Comportamientos adictivos. El consumo compulsivo de contenido en redes sociales, conocido como doomscrolling, activa la tendencia natural del cerebro a buscar novedades, especialmente información alarmante. Esto, combinado con funciones de "desplazamiento infinito", puede atrapar a las personas en ciclos de consumo durante horas.
- Cambios neuroanatómicos. Investigaciones han demostrado que el consumo desmedido de internet está relacionado con una reducción en el volumen de materia gris en regiones cerebrales involucradas en el procesamiento de recompensas, el control de impulsos y la toma de decisiones. Estos cambios son similares a los observados en las adicciones a sustancias como la metanfetamina y el alcohol.
Otros hallazgos científicos
En paralelo, un estudio de la Universidad de Londres en 2005 encontró que el bombardeo constante de información a través del correo electrónico y los teléfonos móviles podía reducir el coeficiente intelectual en una media de 10 puntos.
Este estudio también reveló que esta demanda constante de atención tenía efectos más negativos que el consumo de cannabis.
Además, otro estudio publicado en la revista Nature en noviembre de 2024, reveló que las personas con peor salud mental son más propensas a consumir contenidos basura en línea, lo que agrava aún más sus síntomas.
Este hallazgo crea un círculo vicioso donde la vulnerabilidad mental se ve exacerbada por la exposición a contenido nocivo en internet.
Una llamada a la acción
La elección de "brain rot" como palabra del año no es solo un reconocimiento de un fenómeno cultural, sino también una llamada de atención sobre los peligros de la vida virtual.
El término refleja una creciente preocupación sobre cómo la tecnología y el consumo de contenido están afectando nuestras capacidades cognitivas y emocionales.
En un contexto de creciente preocupación por la salud mental, la elección de "brain rot" es un recordatorio de que la tecnología, aunque útil y omnipresente, también puede tener efectos perjudiciales si no se utiliza de manera consciente y moderada.
La autoreflexión que promueve este término es un paso crucial para abordar un problema que afecta a millones de personas en todo el mundo.
Es fundamental reconocer el problema y tomar medidas para desconectar y realizar actividades que fomenten la presencia física, como hacer deporte o pasar tiempo con amigos.
Por último, cabe señalar que la calidad del contenido consumido también es crucial: priorizar el contenido educativo y evitar las características adictivas puede ayudar a modular los cambios anatómicos en el cerebro.