Un reciente informe de la Sociedad Española de Salud Pública revela que niños pantallas durante las comidas es ya una práctica habitual: más de la mitad de los menores de 3 a 12 años lo hace. El estudio advierte los riesgos asociados, obesidad, trastornos del sueño y dificultades de atención, e invita a familias y educadores a acompañar el uso digital con cuidado y conciencia.
El uso de pantallas se ha convertido en una rutina cotidiana para gran parte de las infancias. Tanto, que casi la mitad de los niños y niñas de entre 3 y 12 años mira el celular, la tablet o el televisor mientras come, un hábito que preocupa a especialistas en salud pública por su impacto en la autorregulación alimentaria, el sueño, la atención y el riesgo de obesidad infantil.
El dato surge de un estudio publicado en Gaceta Sanitaria, la revista científica de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS), que analizó los hábitos de consumo digital en 2.576 chicos y chicas que asisten a escuelas de Cataluña de acuerdo a un informe de la revista Gaceta Sanitaria llamado: “Patrones de uso y preferencias de ocio audiovisual en población de 3 a 12 años. Estudio transversal”.
Según la investigación, el 54% de los niños utiliza pantallas durante las comidas, una práctica que crece con la edad y que se vuelve aún más frecuente los fines de semana.
YouTube es la plataforma dominante desde los 3 años
El informe muestra una fuerte presencia del ocio audiovisual en la vida diaria de la infancia. YouTube es, con diferencia, la plataforma más consumida: el 62,3% de los niños de 3 a 12 años la utiliza como su principal forma de entretenimiento, superando incluso a los servicios de streaming por suscripción como Netflix, Disney+ o HBO Max (58,6%).
En contraste, la televisión infantil en abierto queda relegada: canales como Clan TV, Boing, Disney Channel o Super3 no superan el 24% de audiencia entre los chicos.
A pesar de estar diseñada específicamente para menores, YouTube Kids apenas registra un 0,9% de uso.
Más horas frente a la pantalla y más redes sociales a medida que crecen
El estudio señala también que los tiempos de exposición aumentan con la edad:
- El 40% de los niños supera una hora diaria de pantallas en días de semana.
- Los fines de semana, el consumo se dispara: casi la mitad pasa entre 2 y 3 horas, y en el grupo de 9 a 12 años un 23,5% supera las 3 horas.
La presencia de redes sociales se vuelve significativa a partir de los 9 años:
- 49,6% usa TikTok, a pesar de que la plataforma exige un mínimo de 12 años.
- 17,5% utiliza Instagram, cuya edad mínima legal es de 13.
Los riesgos: sueño afectado, sedentarismo y dificultades de atención
Los investigadores advierten que el uso excesivo de pantallas —especialmente durante las comidas o en horas cercanas al sueño— puede afectar distintos aspectos del desarrollo infantil.
Entre ellos mencionan:
- Peor autorregulación alimentaria y mayor ingesta calórica sin registro.
- Mayor riesgo de sobrepeso y obesidad por sedentarismo.
- Deterioro de la calidad del sueño asociado a la luz azul de las pantallas.
- Dificultades en cognición, memoria y atención, que pueden impactar en el rendimiento escolar.
Aunque aclaran que el ocio digital ya forma parte de la vida familiar, enfatizan que es necesario regular tiempos, entornos y contenidos.
Una oportunidad para educar en salud desde lo digital
Lejos de proponer prohibiciones totales, el equipo científico plantea que el entorno digital puede convertirse en un espacio educativo y seguro, siempre que existan contenidos de calidad, supervisión adulta y plataformas pensadas específicamente para menores.
Por eso, el estudio recomienda avanzar en la creación de plataformas audiovisuales educativas, libres de publicidad y diseñadas por expertos, que apoyen la alfabetización en salud y promuevan hábitos saludables desde edades tempranas.
Un hábito instalado que requiere acompañamiento familiar
La mitad de los niños usando pantallas durante las comidas es una señal de alerta, pero también un punto de partida para repensar cómo se integran las tecnologías en la vida cotidiana.
El estudio de SESPAS muestra que el consumo digital es parte de la rutina familiar, por lo que la clave no solo está en limitar, sino también en acompañar, supervisar y ofrecer alternativas saludables.
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