La falta de ejercicio impacta directamente en la salud psicosocial de los 11 a 19 años, alerta un estudio que analizó a más de 10.000 jóvenes.
Cuando se aborda la relación entre deporte y salud, la atención se centra a menudo en la fuerza física o la condición atlética.
Sin embargo, el impacto del ejercicio va mucho más allá, influyendo en aspectos cruciales como el sueño, el estado de ánimo y las relaciones interpersonales.
En la adolescencia, una etapa marcada por intensos cambios físicos y emocionales, la falta de actividad—el sedentarismo—se convierte en un factor de riesgo significativo para el bienestar general.
Un reciente análisis, publicado en The Conversation, estudió a más de 10.000 adolescentes españoles de entre 11 y 19 años para explorar cómo el deporte influye en variables clave del bienestar psicosocial, como la calidad de vida, la ansiedad, la depresión y el riesgo de trastornos alimentarios.
La principal conclusión es contundente: los adolescentes que son catalogados como "inactivos" muestran consistentemente una peor calidad de vida relacionada con la salud.
El alto costo de la inactividad
Para entender el efecto del sedentarismo, los investigadores dividieron a los participantes en cuatro grupos, siendo uno de ellos el de los adolescentes inactivos.
Los hallazgos subrayan que no es solo la intensidad del deporte lo que importa, sino la participación misma.
La actividad física funciona como una armadura psicosocial:
- Peor calidad de vida: Los adolescentes inactivos son quienes presentan los valores menos favorables en cuanto a calidad de vida relacionada con la salud. En contraste, aquellos que practican deporte, e incluso más aún los que compiten, presentan mejores indicadores.
- Riesgo de trastornos alimentarios: El sedentarismo eleva una preocupación grave: los adolescentes inactivos presentan un mayor riesgo de desarrollar trastornos alimentarios. Mientras que la práctica deportiva (especialmente la competitiva) se asocia, en general, con un menor riesgo, la falta total de ejercicio deja a los jóvenes más vulnerables.
- Depresión y vulnerabilidad: El estudio comprueba que la práctica deportiva se asocia con menos síntomas de depresión, siendo el factor más influyente el practicar o no practicar el deporte. Aunque las chicas son un grupo más vulnerable y sus síntomas aumentan con la edad, la actividad física actúa como un factor de protección general.
Más allá de la condición física
El equipo de expertos, compuesto por académicos de la Universidad de Zaragoza y la Universitat de Lleida, enfatiza que el beneficio del deporte no reside únicamente en la fuerza, sino en el bienestar psicosocial.
El efecto beneficioso de la práctica deportiva, por ejemplo, se percibe claramente en la calidad del sueño, que mejora sin diferencias significativas según el tipo de deporte.
En conjunto, los hallazgos demuestran que hacer deporte se asocia a una mejor salud psicosocial.
El estudio, que incluyó desde jóvenes inactivos hasta deportistas de élite, refuerza lo observado en otras revisiones recientes sobre los amplios beneficios de la participación deportiva.
La clave para los padres y educadores reside en promover el movimiento y la participación regular.
Los adolescentes se benefician enormemente del deporte, y la diferencia fundamental entre un joven con buen bienestar psicosocial y uno con peor, radica en si mantiene la práctica regular o si se encuentra dentro del grupo de los inactivos.
El mensaje es claro: lo esencial es participar.
La inactividad tiene un costo medible en la salud mental y la calidad de vida de los jóvenes.





