Los hábitos de estudio en niños se construyen con acompañamiento y empatía, no con presión. La SAP, UNICEF y especialistas en psicopedagogía explican cómo generar rutinas saludables que favorecen el aprendizaje y el bienestar.
Ayudar a los chicos a incorporar buenos hábitos de estudio es uno de los desafíos más frecuentes para las familias durante la etapa escolar.
Sin embargo, los especialistas advierten que la presión excesiva o las expectativas poco realistas pueden generar el efecto contrario, afectando la motivación, la autoestima y el vínculo con el aprendizaje.
La Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) recomienda que los adultos acompañen los procesos de aprendizaje con paciencia y empatía, entendiendo que cada niño tiene su propio ritmo.
En su documento sobre salud escolar, el organismo señala que “la sobrecarga de tareas, la falta de descanso y la presión por el rendimiento pueden generar estrés y afectar el bienestar emocional”.
Desde UNICEF, la orientación va en la misma línea: el acompañamiento educativo debe basarse en el estímulo y no en la exigencia desmedida. En su informe sobre bienestar infantil, el organismo destaca que “el apoyo emocional y el interés genuino por lo que los niños aprenden fortalece su confianza y favorece la autonomía”. El estudio subraya que la motivación mejora cuando los adultos reconocen el esfuerzo, no solo el resultado.
Los psicopedagogos consultados por UNICEF y la SAP insisten en la importancia de crear entornos de estudio adecuados y rutinas estables. No se trata de imponer horarios rígidos, sino de ofrecer un marco predecible que ayude a organizar el tiempo.
Entre las recomendaciones que más coinciden los expertos figuran:
- Establecer un lugar fijo y tranquilo para estudiar, con buena luz, ventilación y sin distracciones tecnológicas.
- Definir rutinas diarias, priorizando horarios regulares y descansos cortos cada 30 o 40 minutos para evitar la fatiga.
- Valorar el esfuerzo, reconociendo los avances y no solo las calificaciones.
- Promover la autonomía, dejando que los niños organicen parte de sus tiempos y tareas, de acuerdo con su edad.
- Evitar la comparación con otros compañeros o hermanos, ya que esto puede afectar la autoestima.
UNICEF destaca además que el vínculo afectivo y la comunicación son el principal sostén del aprendizaje. Acompañar no significa supervisar todo el tiempo, sino ofrecer presencia disponible, interés y contención. “Cuando los niños sienten que cuentan con adultos que los escuchan, se sienten más seguros para aprender, preguntar y equivocarse”, señala el organismo.
En coincidencia, la SAP subraya que la salud emocional forma parte del proceso educativo y que los hábitos saludables, como dormir bien, alimentarse correctamente y jugar al aire libre, también impactan en la capacidad de atención y memoria.
En definitiva, reforzar los hábitos de estudio sin generar presión implica equilibrar la constancia con el bienestar. El aprendizaje no es un camino lineal, sino una construcción que se fortalece cuando se combina la disciplina con el disfrute, el esfuerzo con la confianza y el acompañamiento con la libertad.
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