La co-crianza después de la separación no solo es posible, sino deseable: permite que ambos progenitores acompañen activamente la vida de sus hijos, aunque ya no convivan. Qué dice la ley, cómo construir acuerdos y qué tener en cuenta para garantizar una crianza saludable y compartida.
- ¿Qué es la co-crianza?
- Seis claves para una co-crianza saludable
- ¿Qué hacer si no hay acuerdo?
- El impacto en niños y niñas
- Un nuevo modelo de familia
Cuando una pareja se separa, la familia no se rompe: se reorganiza. Y en ese proceso, la co-crianza aparece como una herramienta fundamental para garantizar el bienestar de niños, niñas y adolescentes. Pero ¿de qué hablamos cuando hablamos de co-crianza? ¿Cómo se implementa y qué desafíos plantea?
¿Qué es la co-crianza?
La co-crianza es la práctica mediante la cual ambos progenitores continúan involucrados de manera activa y corresponsable en la crianza de sus hijos e hijas, aun cuando ya no convivan ni mantengan un vínculo de pareja. Implica no solo el sostenimiento económico, sino también la toma de decisiones compartidas, el acompañamiento emocional y la construcción de rutinas de cuidado estables.

Tal como lo establece el Código Civil y Comercial de la Nación Argentina en sus artículos 638 a 702, la responsabilidad parental no cesa con la separación o el divorcio.
Los progenitores mantienen obligaciones legales sobre educación, salud, desarrollo afectivo y social de sus hijos, y estas deben ejercerse priorizando el interés superior del niño. Estas obligaciones están contempladas en leyes como la Ley 26.061 de Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.
“La co-crianza es una forma de mostrar que el amor y el cuidado no terminan con la pareja. Es una nueva manera de ser familia”, explica la jueza Graciela Moreno de Ugarte, de la Cámara Segunda de Familia de Córdoba, en una entrevista con La Voz del Interior.
Seis claves para una co-crianza saludable
1. Priorizar el bienestar de los hijos
Aunque existan conflictos o tensiones entre los adultos, el foco debe estar en garantizar una crianza cuidada y estable.
2. Comunicar con respeto
Utilizar canales claros y respetuosos (mensajes escritos, aplicaciones familiares, cuadernos compartidos) evita malentendidos y reduce el estrés de las partes involucradas.
3. Sostener rutinas consistentes
Tener normas y hábitos similares en ambos hogares (horarios, alimentación, tareas escolares) da previsibilidad y seguridad a los niños y niñas.
4. No poner a los hijos en el medio
Nunca deben ser mensajeros, testigos ni jueces entre sus progenitores. Necesitan un entorno emocionalmente seguro y libre de tensiones ajenas a su edad.
5. Registrar acuerdos importantes
Formalizar lo pactado, incluso de forma informal o con asesoramiento legal, previene conflictos y deja claras las responsabilidades de cada parte.
6. Integrar nuevas parejas con cuidado
Cuando aparecen nuevas relaciones, es clave hacerlo con respeto por los vínculos previos, sin imponer ni desplazar roles.
¿Qué hacer si no hay acuerdo?
Cuando la comunicación es difícil o no se logra consenso sobre temas importantes (como visitas, traslados, decisiones educativas o económicas), se puede recurrir a:
- Mediación familiar (judicial o extrajudicial).
- Acompañamiento profesional en parentalidad compartida.
- Asesoramiento legal especializado en derecho de familia.
La Defensoría de Niños, Niñas y Adolescentes, la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) y el Centro de Mediación Judicial de Córdoba brindan herramientas útiles para estos casos.
El impacto en niños y niñas
Numerosos estudios en psicología del desarrollo coinciden: cuando hay una co-crianza activa y saludable, niños y niñas se sienten más seguros, protegidos y valorados. El acompañamiento conjunto (aunque sea en distintos hogares) mejora el desarrollo emocional, la autoestima, el rendimiento escolar y la capacidad de establecer vínculos sanos.
“El involucramiento afectivo y cotidiano de ambos padres protege a las infancias, incluso en contextos de separación”, destacan desde la Red Latinoamericana de Coparentalidad.
Un nuevo modelo de familia
En una sociedad cada vez más plural, la idea de familia también se transforma. La co-crianza después de la separación es un modelo que rompe con la lógica de “todo o nada” y permite que el cuidado y el amor sigan presentes, aun cuando los adultos reorganicen sus vidas.
No se trata de “llevarse bien” con la expareja, sino de construir acuerdos posibles, sostener la palabra dada y asumir que los hijos no se dividen: necesitan de ambos.